Románico y císter

La arquitectura medieval en piedra

Durante la Edad Media, a medida que el Islam retrocedía, los conquistadores cristianos se vieron en la necesidad de colonizar sus nuevos territorios con fundaciones religiosas y núcleos estables de población. Es en ese periodo cuando se propaga el arte románico, expresión plástica de una sociedad feudal y cuyas características formales proceden de la Europa continental.

El naciente reino de Aragón se puebla progresivamente de monumentales fortalezas defensivas erigidas en sólida piedra y de monasterios e iglesias levantados en el mismo material y decorados con pinturas y esculturas de tema geométrico, vegetal o figurativo. Estas últimas combinan su valor ornamental con su función simbólica y didáctica, ya que ilustran a los fieles de los preceptos bíblicos.

En la provincia de Zaragoza hay numerosos ejemplos de arquitectura románica, si bien los más espectaculares se concentran en la ciudad de Daroca y, sobre todo, en las Altas Cinco Villas, con los enclaves de Uncastillo y Sos del Rey Católico a la cabeza.

Otra forma de expresión de época medieval presente en tierras zaragozanas es la cisterciense, fruto de la expansión de una orden monacal de origen francés que buscó la vuelta a la austeridad del cristianismo primitivo. En este estilo de sobria decoración, con estructuras de pulcra fábrica que prefiguran el gótico, se edificaron los imponentes: Monasterio de Veruela en las faldas del Moncayo, Monasterio de Piedra en las proximidades de Calatayud y Monasterio de Rueda en el curso medio del Ebro.

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